miércoles, 23 de febrero de 2011

En estos valles habitan paisajes escarpados envueltos en niebla y nieve, cumbres que superan los 2.000 metros acompañados de un verdor embriagador, bosques enmarañados y el agua de sus ríos. En Roncal y Salazar, el hombre ha pedido permiso a la naturaleza para vivir con ella.

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